20 jun. Entre las aguas del Golfo de México y las montañas de la Sierra Maestra se encuentra Santiago de Cuba, provincia que reúne la huella de la cultura africana, franco-haitiana, asiática y sobre todo caribeña. Privilegiada por su caudal patrimonial, en esta región se hallan dos sitios reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad: el Castillo de San Pedro de la Roca –también conocido como el Morro de Santiago- y el Paisaje Arqueológico de las primeras plantaciones de café en el sudeste de Cuba.
San Pedro de la Roca, intrincado complejo de fuertes, baluartes y baterías, es el ejemplo más completo y mejor conservado de la ingeniería militar renacentista en las otrora colonias europeas. Su excepcional ubicación y su adaptación a la topografía ponen al Morro santiaguero en el triángulo de fortalezas diseñadas por los famosos arquitectos militares (padre e hijo) Bautista y Juan Bautista Antonelli. Completan la trilogía el Castillo de los Tres Reyes en La Habana y el Castillo de San Sebastián en San Juan (Puerto Rico).
Su construcción se inició en 1638, durante el gobierno de don Pedro de la Roca y Borjas, -de ahí su nombre-. Fue el eslabón fundamental del sistema defensivo costero de Santiago de Cuba durante la etapa colonial, que desde principios del siglo XVII tuvo por objetivo la protección de la ciudad de los ataques de corsarios y piratas.
El 3 de julio de 1898 el castillo fue testigo de la Batalla Naval de Santiago de Cuba, ocurrida entre la escuadra española comandada por el Vicealmirante Pascual Cervera y una escuadra norteamericana.
Tras su restauración, el 23 de julio de 1978 se inauguró en su interior un Museo. En 1979 fue declarado Monumento Nacional, por Resolución de la Comisión Nacional de Monumentos del Ministerio de Cultura de Cuba, y para el 6 de diciembre de 1997 quedó inscripto en la lista del Patrimonio de la Humanidad.
Hoy, el Castillo de San Pedro de la Roca exhibe en sus salas, baluartes y explanadas numerosos objetos y armamento de la época colonial, además de los impresionantes paisajes de la bahía que domina. En sus terrenos, cada tarde se ejecuta la tradicional ceremonia Con la Puesta del Sol, que consta de tres momentos: la guardia de honor a la bandera, el disparo del cañón y un grito de ¡Cuba Libre!
Por su parte, las primeras plantaciones de café se encuentran situadas en las elevaciones de la Sierra Maestra, entre Santiago de Cuba y Guantánamo. Tradición heredada de los colonos franceses y sus esclavos, las actuales ruinas datan de inicios del siglo XIX.
Dichas haciendas y sus ruinas conforman un extenso cinturón cafetalero en la región sudeste de la isla, pero las más famosas son las ubicadas en la finca de Santa Sofía, La Isabelica y el Kentucky, cada una de ellas en perfecto estado de conservación. Más allá de las plantaciones, existen en este lugar huellas de técnicas agroindustriales utilizadas para el cultivo del grano, junto a caminos y carreteras construidas para facilitar esta actividad.
Al incuestionable valor histórico, arquitectónico y arqueológico se incorpora el paisaje, representado por una naturaleza paradisíaca que se interrelaciona con la obra humana. Lo que destaca es la adecuada y perfecta interpretación, en la que los colonos hicieron un sabio uso de ríos, arroyos y manantiales, de la accidentada topografía, de bosques y frutales para satisfacer las necesidades industriales de sus fincas. Se destacan las terrazas o secaderos, el sistema de arcadas ideado para sustentar el acueducto industrial, las represas y albercas que almacenaban el agua, el empleo de ruedas y muros con contrafuertes.
El 29 de noviembre del 2000, quedó inscrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad el Sitio Cultural Paisaje Arqueológico de la Primeras Plantaciones Cafetaleras del Sudeste de Cuba, durante la XXIV reunión del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO, celebrada en Cairns, Australia.