24 jun. Cada noche, puntualmente a las nueve, un sonido peculiar parte desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña para marcar el compás de la vida habanera. Esta tradición, que comenzó como una medida de seguridad en el siglo XVII, se ha convertido hoy en uno de los espectáculos más emblemáticos de la capital cubana, atrayendo tanto a locales como a visitantes internacionales.
Los orígenes del cañonazo se remontan a cuando La Habana estaba protegida por murallas contra los ataques de piratas. Originalmente, un disparo a las 4:30 am anunciaba la apertura de las puertas de la ciudad, mientras otro a las 8 pm señalaba su cierre. Con la construcción de La Cabaña en 1774, la ceremonia se trasladó a esta imponente fortaleza. Aunque las murallas desaparecieron en 1863, la tradición continuó, simplificándose a un solo cañonazo nocturno a partir de 1898.
La Segunda Guerra Mundial interrumpió brevemente esta práctica cuando Cuba, aliada de Estados Unidos, suspendió los disparos para ahorrar pólvora entre 1942 y 1945. El regreso del cañonazo tras la guerra fue celebrado por los habaneros, que habían extrañado su referencia horaria. Hoy, la ceremonia combina precisión militar y teatro histórico, con soldados vestidos con uniformes del siglo XVIII que ejecutan maniobras según el antiguo Reglamento de Infantería español.
El espectáculo comienza minutos antes de las nueve. Un farolero ilumina la oscuridad mientras un tambor redobla. Los artilleros, precedidos por un portaestandarte con la antigua bandera española, cargan meticulosamente el cañón Luperto (de 1736) o uno de sus compañeros -Solano, La Parca o Ganímedes-. Con órdenes precisas, vierten 234 gramos de pólvora, compactan la carga y la detonación, que usa sacos de yute como proyectiles inofensivos, ilumina el cielo justo a la hora señalada.
Curiosamente, el sonido llega a diferentes puntos de la ciudad con variaciones mínimas: 4 segundos al Capitolio, 13 al Vedado, hasta un minuto al aeropuerto. Muchos habaneros aún ajustan sus relojes al escucharlo.
Para vivir esta experiencia, se recomienda llegar temprano y explorar la fortaleza -la mayor construida por España en América-, declarada Patrimonio de la Humanidad. La entrada incluye acceso a museos y miradores con vistas espectaculares de la bahía. Varias agencias de viaje organizan paquetes que incluyen, además, cenas en restaurantes cercanos del Centro Histórico d ela capital.
Más que un simple disparo, el Cañonazo de las 9 es un puente entre pasado y presente, una ceremonia que encapsula la esencia de ciudad. Como dicen los locales: "El que no ha visto el cañonazo, no conoce realmente La Habana".