4 sep. Una de las obras de ingeniería más emblemáticas de Cuba se encuentra en la provincia de Guantánamo, conectando los municipios de Imías y Baracoa. Se trata del viaducto La Farola, una importante vía de comunicación entre la Ciudad Primada y el resto del país.
Inaugurado en 1965, el viaducto es un símbolo de la perseverancia y la innovación. Su construcción fue impulsada por la necesidad de mejorar la infraestructura vial de la zona, que históricamente había estado aislada debido a su geografía montañosa y a la falta de carreteras adecuadas. La obra, proyectada desde los años 40, estuvo a cargo de ingenieros tan prestigiosos como Ángel López Landa, José Luis Rojas, Maximiliano Isoba García, Luis Pérez Cid, Gonzalo Paz, y Américo Fuentes Labrada; y se llevó a cabo con la colaboración de trabajadores locales, quienes enfrentaron numerosos desafíos, incluyendo condiciones climáticas adversas y la dificultad del terreno. Como no se contaba con el espacio suficiente en las laderas por donde pasa, muchas secciones de la vía se apoyan en pilotes o vigas de hormigón enclavados sobre la roca.
El viaducto se extiende a lo largo de unos 34 kilómetros (de ellos, seis conforman la ruta más escabrosa), con unas 332 curvas que lo convierten en un reto para los conductores de vehículos. El tramo más destacado, conocido como el “Puente La Farola”, se extiende a lo largo de 456 metros y se eleva a una altura de 110 metros sobre el nivel del mar. Esta estructura de hormigón armado se adapta perfectamente al paisaje montañoso, ofreciendo vistas espectaculares de la selva tropical circundante, los paisajes desérticos de la costa, cascadas y el océano Atlántico. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la carretera es estrecha y sinuosa, por lo que se debe conducir con precaución; especialmente durante la época de lluvias cuando son posibles derrumbes parciales en algunas pendientes.
Muy recomendable es la parada en el mirador Altos de Cotilla, situado a más de 500 metros sobre el nivel del mar. Según aseguran varios viajeros y locales, en días despejados es posible divisar desde este punto las costas norte y sur del archipiélago cubano al mismo tiempo; y en noches tranquilas, se perciben las luces de Haití.
El viaducto no solo ha facilitado el transporte de personas y mercancías, sino que también ha contribuido al desarrollo económico de la región. Gracias a esta obra, Baracoa ha podido integrarse más efectivamente en la red de transporte nacional, lo que ha permitido un aumento en el turismo y en la comercialización de productos locales, como el cacao y el café.
En conclusión, el viaducto La Farola es más que una simple estructura de carreteras; es un símbolo de la historia y la cultura cubanas. Reconocido como una de las Siete Maravillas de la Ingeniería Civil en Cuba, continúa siendo de gran relevancia hoy, tanto para los habitantes de Baracoa como para los visitantes que llegan a admirar su majestuosidad.