15 abr. La ciudad de Gibara, en la provincia cubana de Holguín, se viste de gala para recibir la XIX edición del Festival Internacional de Cine Pobre (FicGibara), que se extenderá hasta el 19 de abril. Este año, el evento incluye una feria de emprendimientos con enfoque tecnológico y de servicios, sumando un atractivo adicional a su programación cultural.
FicGibara retoma su esencia original, inspirada en el Manifiesto del Cine Pobre del icónico cineasta Humberto Solás. Durante una conferencia de prensa, el equipo organizador —integrado por Aldo Benvenuto Solás, René de la Cruz, Rubén Ricardo Infante, Rafael Grillo y Jaqueline Tapia— presentó el spot promocional de esta edición, diseñado por Nelson Ponce, reconocido por su trabajo en campañas visuales del festival.
Igualmente, fueron presentadas las propuestas artísticas que enriquecerán el programa. Entre ellas, destacan las presentaciones de la compañía de narración oral Palabras al Viento y el grupo de baile Codanza, así como la participación de actores como Jacqueline Arenal (como jurado), Tahimí Alvariño, Ernesto Jiménez, Osvaldo Doimeadiós y Andrea Doimeadiós.
Con más de 500 obras inscritas, esta edición se perfila como una de las más completas. El festival cuenta con jurados internacionales y, por primera vez, incluye categorías específicas para animación y documentales. Entre las selecciones oficiales, Cuba participa con 25 películas, seguidas por Argentina (11), España (9), México y Perú (6), y producciones de Colombia, Estados Unidos, Chile y Uruguay (5 cada una). Además, se fortalece la sección Cine en Construcción, dedicada a proyectos en desarrollo.
Durante el encuentro se recordó que el término Cine Pobre revindica la esencia de historias con recursos limitados, pero con altos valores artísticos y humanos. "El cine nacional no se hace solo en La Habana; en toda Cuba hay talento que merece espacios", destacó Rafael Grillo, resaltando el compromiso del festival con la diversidad y la calidad.
FicGibara se consolida no solo como una vitrina cinematográfica, sino también como un espacio de reflexión sobre género, diversidad, patrimonio fílmico, producción sostenible y nuevos desafíos del cine contemporáneo. Una vez más, la Villa Blanca de los Cangrejos se convierte en un punto de encuentro para el cine independiente y la cultura.