24 ago. Situado en la entrada de la Bahía de Cienfuegos, se alza el afamado Castillo de Jagua, baluarte que custodia este lugar desde 1745 y está considerado la tercera fortaleza militar colonial del archipiélago cubano.
La vetusta fortaleza es hoy Monumento Nacional y uno de los símbolos que identifican a la Perla del Sur. Su nombre completo es Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, singular simbiosis criolla del santoral español y el original vocablo aborigen. Es la única fortificación de su tipo que perdura en las cinco provincias del centro de la Isla.
Fue proyectado por el ingeniero militar José Tantone, y su construcción se realizó sobre una roca en la orilla occidental del estrecho cañón que da acceso a la bahía.
Durante el siglo XVII detuvo a filibusteros de la talla de Francis Drake, Jacques de Sores, Lorenzo Graff y otros no menos temidos en las aguas del Caribe; y en 1762 ocupó un lugar cimero en la historia de Cuba al servir como sede del mando militar español frente a la brevísima ocupación inglesa.
A más de dos siglos de ese acontecimiento fue inaugurado allí el Museo Fortaleza Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, institución cultural donde a través de ocho salas los visitantes pueden conocer los antecedentes socio-económicos y el desarrollo histórico-constructivo que propiciaron el origen del inmueble. Además, se exponen objetos relacionados con la historia local, tales como: armas de la época, avíos de pesca utilizados por los pobladores de la zona, grilletes, cadenas y esposas, entre otras piezas de gran valor, que son evidencia material de los siglos XVIII y XIX.
Dentro del recinto amurallado, al cual se accede a través de un puente levadizo de madera, cientos de personas visitan cada año las celdas, la capilla, el patio interior con su aljibe y las explanadas, desde donde aún una batería de cañones apunta a las aguas del Mar Caribe.
Pero lo que más fama confiere a esta fortaleza no son sus piedras a prueba de obuses ni el poder de su artillería; sino la famosa leyenda de la Dama Azul, que ha perdurado durante siglos.
Cuentan los habitantes del lugar que, según decían los primeros pobladores del castillo, los graznidos y el vuelo en círculo de una rara ave sobre el recinto militar antecedían a la aparición nocturna de un fantasma femenino de elegantes formas, envuelto en un vaporoso vestido azul y la cabeza cubierta por un velo de igual color.
Todavía en nuestros días, a más de un cuarto de milenio de la construcción de la fortaleza, algunos cienfuegueros alimentan en las noches sin luna la leyenda de la etérea dama vestida de azul mar.
El Museo del castillo –recientemente restaurado- no sólo brinda visitas dirigidas, también ofrece servicios de información a través de su banco de datos, así como de actividades de animación cultural, cursos de apreciación y creación; y otras especialmente de gran interés para niños y jóvenes. Su visita es una experiencia indescriptible en esta hermosa ciudad de la isla caribeña.