El Prado, un paseo distintivo de La Habana

El Prado, un paseo distintivo de La Habana

2 oct. En La Habana, el Paseo del Prado es uno de los espacios urbanos más singulares y atractivos. Los inicios de su construcción se remontan al año 1772, bajo el gobierno de Felipe de Fons de Viela, Marqués de la Torre, nombrado Capitán General de la Isla por el rey Carlos III de España.

Esta importante arteria citadina ha sido conocida por varios nombres, como Alameda de Extramuros –por situarse fuera de las murallas de La Habana- Alameda de Isabel II, Paseo del Nuevo Prado, Paseo del Conde de Casa Moré y Paseo de Martí, que es hoy su denominación oficial. Sin embargo, ha prevalecido el apelativo Paseo del Prado, que obedece al parecido de esta alameda con la que distingue a la capital española.

Ya hacia el año 1841 el Prado se convierte en el centro de La Habana, reemplazando a la Alameda de Paula y a la Plaza de Armas por su mayor extensión y amplitud. Fue la primera calle asfaltada en la urbe, y por tanto la primera por donde circularon automóviles en sus paseos. Hoy, continúa posicionado como un lugar imperdible no solo para los visitantes foráneos, sino para los cubanos de cualquier parte del país.

Su recorrido comienza en el reconocido Parque de la Fraternidad, específicamente en la Fuente de la India o de la Noble Habana, una representación donde figura la imagen de la india del mismo nombre, esposa del cacique Habaguanex, que dominaba la zona antes de la llegada de Cristóbal Colón. Está ubicada en el extremo sur del Paseo, a unos 100 metros del Capitolio. Fue diseñada por el arquitecto Giuseppe Gaggini bajo el mandato del Conde de Villanueva don Claudio Martínez de Pinillos, construida con mármol blanco de Carrara y tiene una altura de tres metros.

A lo largo de la vía, ocho majestuosos leones de bronce son fieles guardianes y testigos silenciosos de lo que acontece bajo el arbolado del paseo y se han convertido en símbolo del lugar. Quienes conocen bien la ciudad afirman que “el Prado sin sus Leones, sería como La Habana sin su Malecón”.

Por la flamante arquitectura de las edificaciones que lo rodean, el Prado habanero se ubica a la vanguardia entre sus similares de las Américas. Entre los edificios de mayor valor patrimonial e histórico se cuenta el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, una de las más importantes instituciones culturales del país, por cuyo escenario han desfilado las compañías y figuras más significativas del arte universal; el hotel Inglaterra, Monumento Nacional cubano y más antiguo de Cuba aún en funcionamiento; el Capitolio de La Habana, ícono arquitectónico inaugurado en 1929 y que marca el kilómetro cero de la red de carreteras de Cuba; y el Castillo de San Salvador de La Punta, donde termina el propio Prado y que se alza a la entrada del puerto habanero, como parte del primer sistema defensivo con que contó la ciudad.

En 1982, el Paseo del Prado fue incluido dentro de los límites del Centro Histórico de La Habana, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En la actualidad es acompañante inseparable de la capital cubana en su desarrollo, y se erige como espectador y partícipe de la historia de esta ciudad que ya acumula más de cinco siglos de historia.