6 ene. Las célebres parrandas remedianas tendrán lugar mañana, cuando los barrios El Carmen y San Salvador se enfrentarán en batalla de luces y colorido.
Con ese motivo, a la centenaria villa acuden, como cada año, miles de personas para presenciar una de las festividades más famosas de Cuba. La tradicional fiesta surgió durante el siglo XVI cuando el padre Francisco de Quiñones ideó -debido a la ausencia de feligreses a la llamada Misa del Gallo- que el pueblo despertara con pitos, fotutos y latas a los vecinos, para que así acudieran a la ceremonia religiosa.
Cinco siglos después, el hecho cultural sigue ahí, cuidado y bendecido por su gente, que se resiste a perder una tradición que es considerada con justeza como Patrimonio Cultural de la Nación.
En los días previos a la celebración, tradicionalmente efectuada el 24 de diciembre, la población participó de manera masiva en la organización de las carrozas, los trabajos de plaza y el montaje de los fuegos artificiales, con el sano propósito de ver emerger como triunfador a su barrio.
El barrio de San Salvador se identifica por el color rojiazul y el gallo como símbolo, mientras El Carmen utiliza principalmente el carmelita y es representado por un globo.
A las cinco de la mañana se realiza una diana, a cuya señal salen las congas de cada bando, produciéndose un fuego pequeño. Luego, entre las 4:00 y 5:00 p.m. se intensifica el tiro de voladores morteros y palenques, turnándose cada barrio de manera respetuosa cada una hora.
Más tarde, a las 9:00 p.m. se encienden los llamados trabajos de plaza, para que el pueblo los disfrute hasta las 11:00 p.m. cuando inicia La Misa del Gallo hasta las 12:00 y luego se retoman los fuegos artificiales, más vistosos e intensos que los anteriores.
A continuación, salen las carrozas seguidas de más luces de pirotecnia. Sobre la manera de conocer al ganador explica Francisco Reinaldo Gutiérrez, al frente del barrio de San Salvador, que “a las seis de la mañana se hará la tradicional conga y para donde vayan las personas, ese será el vencedor, momento en que un fanático de esa jurisdicción subirá a la cúspide del trabajo de plaza e izará la bandera del barrio en señal de victoria, aunque al final todos saben que quien gana es el pueblo”.